La semana pasada hemos terminado un primer ciclo de teatro-terapia que constó de 10 sesiones. Un grupo de seres que hemos experimentado vivencias con la ayuda del teatro y sus herramientas terapéuticas. Una de las sesiones trataba sobre la consciencia corporal, nuestra observación interna, esa escucha sobre lo que sostiene nuestro exterior pero que hemos de alimentar desde dentro.
La valoración la hicimos a modo de resumen artístico, cada uno podía compartir de la manera que deseara, un cuento, una imagen, una palabra, una canción…
Las siguientes palabras provienen de uno de esos resúmenes. Es un cuento de Raúl Gómez Leonardo, uno de los participantes de este taller. Os lo comparto.
Erase una vez un átomo. Un átomo que soñaba con ser, y tanto lo deseó que al final fue. Quería ser algo perceptible, algo material y grande. Deseaba sentir, ver, oír, saborear, oler…formar parte de la vida, de todo lo que le rodeaba. De tanto soñar se cansaba mucho y acababa durmiéndose a partícula suelta, un sueño profundo.
Uno de esos días se despertó sintiéndose mejor que de costumbre, pero extraño. Cuando se hubo despertado del todo se dio cuenta que no era un átomo, era millones y millones de átomos que habían tomado forma. ¡Vaya sorpresa! ¿Qué ha pasado? ¿Qué soy? Se preguntó. Y empezó a adquirir conciencia de todo su cuerpo: movió dedos, manos, pies, brazos y piernas y descubrió que tenía extremidades. Luego vinieron la cabeza, los hombros, el pecho, la espalda, la pelvis… y cuando quiso darse cuenta ya estaba bailando en posición horizontal. Pero la curiosidad es muy pícara y le empujó a descubrir más. Descubrió que tenía fuerza y podía levantar todas esas partes de la superficie en la que se encontraba. Y así fue como acabó, aunque con cierta dificultad, levantándose. No le bastó, de modo que abrió los ojos y empezó a ver. Vio dónde estaba y todo cuanto le rodeaba y quería sentir más, explorar su nueva forma, su potencial, y el sitio donde se había despertado.
Se movió, se desplazó experimentando diferentes maneras, unas saltando, otras bailando, otras arrastrándose, otras corriendo o bien caminando, hacia los sitios que quería explorar. Descubrió texturas, luces, colores, olores…sabores no, no se atrevía a llevarse a la boca las cosas que estaba tocando.
Y así fue como se encontró con otras formas que no había conocido nunca. Jugaron mientras se descubrían mutuamente y se dieron cuenta que eran iguales, estaban formados de lo mismo: manos, pies, brazos, piernas, cabeza, pecho, espalda… y decidieron seguir explorando juntos.
Se encontraban con otras formas similares a ellos y formaban grupos porque se basaban en los mismos códigos: todos podían sonreír o estar tristes, asustarse o dar abrazos, llevaban pulseras y estampados similares, y querían compartir sus experiencias. Así que todas juntas fueron probando maneras de moverse. Exploraron, descubrieron y se imitaban para aprender del otro lo que no sabían ellas.
En su viaje se encontraron con los elementos: Agua, Tierra, Aire y Fuego. Bailaron y jugaron con ellos…hasta convertirse en uno solo y ser Agua, Tierra, Aire y Fuego. Como eran muchos átomos podían descomponerse y adoptar otras formas. Y se sintieron parte de un todo que no les era ajeno. Así es como descubrieron lo grande que era el lugar donde se encontraban pues vieron mareas, olas, ríos, terremotos, tormentas, desiertos, hogueras, incendios… y se dieron cuenta del poder que tenían y de lo que formaban parte, como un todo indivisible y a la vez con conciencia individual.
Fue un viaje muy bonito y lleno de emociones, pero se sentían cansados y querían dormir un rato.
Y el cuerpo que formaba nuestro átomo volvió al lugar donde se había despertado para descansar y soñar con todo lo que vivió. Así pues, mientras dormía volvió a sentirse extraño, pero bien. Cuando se hubo despertado del todo se dio cuenta que no era un átomo, era millones y millones de átomos que habían tomado forma…
Raúl Gómez Leonardo
Gracias Nathalia por haber compartido con nosotros estas palabras de nuestro compañero Raúl. Ha sido un trabajo muy bonito el que hemos compartido todos juntos, y con estas palabras Raúl logra que reviva esta experiencia tan especial.
Saludos y gracias por tus talleres! Son geniales.
Gracias a vosotros Lorea! Yo aprendo en cada taller con vosotros, un abrazo y sigamos trabajando ; )