El teatro es una fuente de inspiración hacia el crecimiento personal, es el lugar desde dónde podemos expresarnos, dar rienda suelta a la imaginación, los pensamientos, el cuerpo.
Es el espacio adecuado para darle vida a mis otros personajes, a esos que escondo, pero existen, a esas partes de mí que me acompañan, a ese niño que bajo ningún concepto quiere ser parte de los aburridos convencionalismos.
Es un espacio lúdico, profundo, de contacto con los demás y con mi esencia, donde es posible habitar en la conciencia, entrar y salir de ella, para aprender, hacerme más grande y más niño a la vez.
Lo construye cada uno de nosotros con su energía, deseos, miedos, imaginación, generosidad y sobre todo ganas. Ganas de crear, investigar, experimentar, ganas de vivir en un mundo dónde solamente nosotros decidimos, y así, con más práctica, volver a nuestro mundo real, muy despacio, con la certeza de que los cambios son posibles.